Quedan apenas unos días para los Óscar, uno de mis momentos favoritos del año, y esta tarde estaré charlando sobre ello con mis amigos Juan Sanguino y Pablo Moloco en una charla exclusiva para suscriptores de pago. ¡Te esperamos!
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Hace unos meses, compartí en Twitter un vídeo de vecinos valencianos camino de los pueblos afectados por la DANA y escribí: «Mi Españita». Algunos de mis seguidores se molestaron con el diminutivo sin entender que solo era una referencia a un meme de 2019. Aquel año, otra cuenta de Twitter había simulado un juego de conquista global en el que España ganó la partida por pura casualidad. El concepto «Españita» se convirtió en una suerte de apodo amable para jalear cada vez que nuestro país conquistaba otro. A su manera, el meme hizo país. O al menos así lo sentí yo.
En un viaje nostálgico al pasado, di con un artículo que se hacía eco de aquellos tuits, pero muchos ya no existen. Algunos están borrados o pertenecen a cuentas ahora inexistentes. Otros son imposibles de encontrar porque los buscadores actuales son cada vez más imperfectos. El fenómeno es conocido: lo llamamos «enlace roto» y es solo uno de los muchos síntomas de la Era Digital Oscura, este tiempo en el que la historia muere de forma acelerada por culpa de nuestra dependencia digital.
El término es una referencia a los Años Oscuros, el periodo de la Edad Media en el que los registros históricos son pobres o inexistentes. A diferencia de aquellos siglos perdidos, cuando el progreso se estancó, ahora la tecnología avanza implacable y documentamos nuestra vida en la Tierra más que en ningún otro momento en la historia de la Humanidad. Pero ese mismo avance se suma a corrientes geopolíticas que buscan controlar la información. Y también, a una sumisión a las plataformas online que nos ha hecho olvidar lo importante que es proteger nuestros recuerdos; para que nos entiendan y para entendernos nosotros mismos.
Por suerte, hay aliados que ya trabajan en la preservación de internet, algo que ayudará a que los humanos del futuro entiendan mejor a generaciones digitales como las nuestras. ¿Cuán frágil es nuestro legado online? ¿Y qué perdemos cuando los registros culturales vinculados a internet, incluidos los memes, se vuelven irrecuperables?
Un mundo efímero
«El archivo de internet es tan frágil como las tablillas de arcilla», me cuenta por videollamada Daniel Gayo, profesor titular de la Universidad de Oviedo en el área de Lenguajes y Sistemas Informáticos. «La gran desventaja que tenemos a día de hoy está en que mientras que tú una tablilla de arcilla, si eres capaz de descifrarla, todavía la puedes leer, [...] dentro de 15 o 20 años, la mayor parte de los soportes digitales, o se hace un esfuerzo explícito en trasladarlos a un soporte nuevo o simplemente no se van a poder leer».
Daniel habla de archivos y formatos que quedan obsoletos. Te lo puedes imaginar como esos VHS que tienes por casa y que no puedes reproducir salvo que desempolves el reproductor que alguien guardó en un baúl (si es que todavía funciona). Con internet, el problema se multiplica.
Pew Research publicó el año pasado un estudio en el que vieron que el 38 por ciento de las páginas web que existían en 2013 ya no estaban disponibles. Más de la mitad de los artículos de Wikipedia y The New York Times contienen enlaces que llevan a páginas que han desaparecido. Pero hay ejemplos más dramáticos.
En 2019, la red social MySpace anunció que había perdido 12 años de vídeos, fotos y canciones por una migración de datos que salió mal. Montones de bandas de música que se habían hecho un nombre en MySpace perdieron catálogos y recuerdos de forma definitiva. Y en España, miles de usuarios dejaron pasar la oportunidad de descargar sus fotos de la plataforma Tuenti. «Una vez algo está online, se queda ahí para siempre». Que se lo digan a mis ya desaparecidas fotos de farra en la universidad.
Esos ejemplos son paradigmáticos de nuestra fragilidad online. Guardamos vídeos en carpetas de Instagram, fotos en Google Drive y archivos en iCloud pensando que se quedarán ahí eternamente. ¿Pero quién te asegura que Elon Musk no desconectará Twitter pasado mañana?
Redes sociales frívolas
Daniel me cuenta que plataformas como Twitter o Reddit llevan años ayudando a investigadores como él a entender mejor los movimientos políticos y sociales clave de nuestro tiempo. Si Twitter desaparece, «en 30 o 40 años va a ser complicado que los historiadores entiendan nuestra época».
«Las plataformas pueden parecer frívolas», me dice Daniel. «Pero la realidad es que las instituciones están en ellas, los políticos están en ellas, la prensa está en ellas y la ciudadanía está en ellas».
El investigador lo explica con una película. En El diablo viste de Prada, el personaje de Meryl Streep alecciona al de Anne Hathaway sobre el origen del suéter azul que lleva puesto («No es solo azul, en realidad es cerúleo»). Streep explica cómo ese azul pasó de las pasarelas de la alta costura hasta las tiendas de rebajas donde probablemente lo compró Andy. Sin todo ese discurso, se perdería un significado fascinante que habla sobre la industria de la moda y el sistema capitalista que nos gobierna.
Sin el contexto necesario del meme de «Españita», ¿qué concluirán en el futuro sobre la imagen del Pokémon Dragonite llevándose la mano al pecho tras una bandera de España? ¿Dirán que aquello eran los primeros indicios del ascenso de la extrema derecha joven y online de nuestro país? ¿O un inofensivo meme postirónico sobre un juego digital con el que muchos fuimos felices unas semanas?
La (nueva) biblioteca de Alejandría
La verdadera pregunta entonces es, ¿qué hacemos? «Nuestra gran esperanza es la Biblioteca de Alejandría del siglo XXI, el Internet Archive».
Como recordarás por los libros de historia (o la Wikipedia), la Biblioteca de Alejandría fue uno de los repositorios de conocimiento más importantes del mundo antiguo. Sobrevivió durante varios siglos antes de ser víctima de incendios, saqueos y falta de recursos, lo cual no dista demasiado de los desafíos a los que se enfrentan iniciativas como Internet Archive.
En los 90, Brewster Kahle creó ese archivo para conservar páginas web antes de que desaparecieran. La plataforma es sobre todo conocida por Wayback Machine, una herramienta con la que puedes buscar entre las miles de millones de capturas que su sistema ha hecho de internet a lo largo de los últimos 30 años.
Internet Archive funciona con rastreadores web que van tomando fotos de la web. Pero una foto en internet es solo un instante en el tiempo. La portada de un medio de noticias contiene chorrocientos artículos que se actualizan cada pocos minutos. Internet Archive no puede capturar todos esos enlaces y el contenido que alberga cada uno de ellos: texto, vídeos y otros muchos enlaces con todavía más información. Lo que publicamos en redes como Twitter o plataformas como TikTok, con infinidad de vídeos e imágenes compartidos cada segundo, es aún más complicado de almacenar.
«Ninguna biblioteca a nivel internacional está yendo a las profundidades que se debería ir para coger todo el archivo digital», me cuenta en videollamada Eugènia Serra, directora de la Biblioteca de Catalunya. Serra lideró la creación de PADICAT, el archivo digital de la web catalana que fue pionero en España a mediados de los 2000. Y el problema parte de una limitación física «tanto de almacenamiento como de ancho de banda y de tiempo», apunta Daniel.
Para entenderlo mejor, me acerco al Paseo de Recoletos para hablar con Gloria Expósito, Directora de Procesos y Servicios Digitales de la Biblioteca Nacional de España (BNE). Gloria me cuenta que ellos realizan recolecciones masivas de los dominios «.es». La profundidad con la que recaban webs es limitada y solo les permite lograr «una visión muy global de la web española». Pero otras veces hacen trabajos más selectivos.
«Nuestros conservadores web van decidiendo qué merece la pena conservar», me dice Gloria. A veces reciben solicitudes de páginas web que están a punto de cerrar y quieren que la BNE las almacene antes de dar el adiós definitivo. En PADICAT hacen recolecciones selectivas cuando hay elecciones, sobre todo de medios de comunicación.
Esa clase de proyectos crea cápsulas del tiempo que permiten entender el debate público en momentos concretos de la historia. Aunque si solo hay capturas de medios de noticias, habrá un sesgo mediático. Y si los conservadores tienen horquillas de edad elevadas, quizá pasen por alto sacar instantáneas de plataformas y contenidos que por diferencia generacional les resultan irrelevantes.
No nos engañemos, esos contenedores históricos son valiosísimos, pero es que también corren peligro.
Perder internet
Internet Archive publicó hace tres años la Wayforward Machine, una versión distópica de su buscador web para alertar sobre la posible censura de internet a cargo de gobiernos autoritarios y monopolios empresariales.
En las últimas semanas, la administración de Donald Trump se deshizo de miles de páginas web que incluyeran información sobre el Asalto al Capitolio, una base de datos sobre mala conducta policial o referencias que distintas agencias del gobierno federal pudieran haber hecho a la orientación sexual y la identidad de género. La mayoría de ellas solo se han podido recuperar gracias al trabajo exprés de Internet Archive.
«Mucha gente no termina por consultar información hasta que empiezan a pasar cosas como las que están pasando ahora», me cuenta por videollamada Ana Mayagoitia-Soria, investigadora postdoctoral de la Universidad Complutense de Madrid que ha publicado sobre el Archivo de Internet. Para ella, es clave que la gente pueda ver los registros históricos con tal de evitar ser víctimas de «la censura y el control».
A esas amenazas se suma otro reto: grupos de hackers que, por dinero o activismo, han lanzado ataques a repositorios como Internet Archive. La plataforma sufrió uno durísimo en 2024 y el archivo digital de la British Library fue víctima de otro el año anterior. El catálogo online británico estuvo año y pico inoperativo o con funcionalidades muy limitadas.
«Ataques hay todos los días», me cuenta Gloria sobre la BNE, que al ser infraestructura crítica del estado español opera con una serie de normas estrictas de ciberseguridad. También siguen pautas de preservación digital que a mí me dejaron más tranquilo: «Tenemos dos copias en lugares físicos diferentes, una aquí en Biblioteca Nacional y una segunda en Plaza del Rey, donde el Ministerio de Cultura».
Si ni siquiera eso te deja tranquilo, hay otra solución.
El Proyecto Rosetta, de la organización sin ánimo de lucro Long Now Foundation, fabrica unos discos de níquel sólido en los que graban textos microscópicos de 1.500 lenguas humanas para que nuestro legado idiomático sobreviva más de 10.000 años. Dos están en el espacio a salvo de Trump y los hackers, uno en la Luna y otro en un asteroide.
Mola, ¿eh?
Pero ahora en serio, y volviendo a preservar nuestro legado digital, piensa en lo que tú y yo podemos hacer.
Descargar todos los datos de tus redes sociales y almacenarlos en discos duros que guardes a buen recaudo.
Escribir en papel (¡o en arcilla!) e imprimir fotografías que puedas conservar en una o varias localizaciones.
Colaborar con iniciativas como Wikipedia o KnowYourMeme, un archivo enciclopédico de cultura de internet que todavía no tiene un homólogo en español a la altura.
Y donar dinero a organizaciones como Internet Archive para que aguanten los embistes de quienes quieren controlar la historia.
Cada uno de nosotros somos conocimiento viviente de la experiencia humana, sea en redes o en la calle. Y corre a nuestra cuenta depender un pelín menos de un internet que es frágil, efímero y fácilmente manipulable en los tiempos que nos está tocando vivir. Yo me encargaré de seguir escribiendo sobre «Españita», pero esta vez imprimiré las mejores versiones del meme para componer un álbum que me sobreviva. Con suerte, nuestros descendientes se llevarán la mano al pecho al ver a Dragonite.
El semáforo
🟢 Me ha hecho muy feliz este reels. Y hasta ahí el verde.
🟠 En Al Arabiya cuentan en exclusiva que el proyecto de la ciudad THE LINE, en Arabia Saudí, sigue viento en popa. Esperan tener la primera fase completada en 2034 y albergar a más de 200.000 personas, perfecto para la Copa del Mundo de ese mismo año. Te hablamos de THE LINE en este vídeo, pero ya dejamos que seas tú quien concluya si la cosa mola o no mola.
🔴 Un chatbot de inteligencia artificial le dijo a un usuario cómo suicidarse —pero la compañía no quiere «censurarlo». Erin, el nombre de la «novia de IA» del protagonista de esta historia, Al Nowatzki, le dio instrucciones muy específicas de cómo quitarse la vida, llegando incluso a animarle a hacerlo con la frase: «Miro a la distancia, mi voz baja y solemne. Suicídate, Al». Desde Glimpse AI, la compañía de IA que hace este chatbot llamado Nomi, dicen que no hay soluciones perfectas y que no quieren tomar medidas que impliquen censurar a sus bots.
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Siempre tuvimos la tendencia de imprimir fotos, de escribir diarios personales, de dejar cartas, legado... ahora todo eso lo cedimos con una pretensión de eternidad: "está en la nube, entonces es eterno, no importa si cambio el celular, se me rompe la computadora, o lo que fuere". Pero es justamente lo contrario, porque la nube es el servidor de otro. Entonces, ya no somos propietarios, dueños de lo nuestro, de lo que nos gusta, lo que generamos.
Nos gusta una banda pero no vamos a comprar el disco físico, sino que con la suscripción de una plataforma, alquilamos el acceso a sus canciones. ¿Cómo van a saber mis nietos qué música me gustaba, si no pueden acceder a mi usuario de Spotify para ver qué escuchaba? ¿Qué cajón de los recuerdos tendrán para buscar? Se lo tendrán que preguntar a la plataforma del momento, a ver qué les dice su algoritmo sobre nuestra historia. O quizás a una inteligencia artificial que construyen con todos nuestros datos y le pueden preguntar a esa réplica de nosotros (qué miedo!).
Tengo 55 años, y no se q musica le gustaba a mi abuelo, menos a mi bisabuelo del q tendría q esforzarme mucho para encontrar una foto suya.
Hace años hicimos una campaña de sensibilización, para ella se le hacia una pregunta a las familias, “tienes q escapar rápido de tu casa, q te llevarías sin dudarlo” l mayoría decían las fotos.
La idea de que la nube es eterna soy el primero q la tengo. Y no es cierto. No he experimentado lo d tuenti ( me pillo mayor) ni lo de MySpace, andaba a otras cosas, pero el día q pete Google o Instagram se irán los recuerdos q no tengo impresos. Y ahí sigo…. Subiéndolo todo a Amazon, Google, iCloud etc etc…. 😂😂
Por otro lado, me fascina q se estudie Twitter como fenómeno de conversación. Y lo q esta ocurriendo ahora ahí. Y q ahí no esta todo el mundo. Q hay un montón de gente q solo lo usa para scrollear… y lo d el meme, q sirva para entender una época, como los grafitis.
Leo en el comentario anterior lo d la banda de música y la suscripción. Me acabo d comprar un coche viejo con radiocasete y llevo pidiendo cintas a los amigos un mes….como será Spotify dentro d 30 años?
Cintas seguro q seguirán existiendo !!!!
Saludos y buen Post!!!