¿A ti te pasa que has escuchado música a conciencia para influir en tus resultados del Spotify Wrapped? No lo digo por mí, pero fue un debate que tuvieron varios asistentes del último WATIF live! en Barcelona.
🚀 Esto es WATIF. El resto es historia.
Rosalía subida a un telesilla. Nieva, sonríe y hace lipsync mientras de fondo suena una tierna melodía de piano. Te quiero ride, como a mi bike. 24 segundos de vídeo en TikTok que se vieron 71 millones de veces. «Madre mía, qué lista es», pensé al verlo. Con esa pequeña muestra, la cantante catalana disparó el hype entre sus fans y generó un runrún que se convirtió en una campaña de promoción gratuita de la canción Hentai. Es solo un pequeño ejemplo de cómo la popular plataforma de vídeos está alterando la música. Y no solo la estrategia de la industria discográfica y de los artistas, sino la forma en que se componen y se escuchan las canciones.
El medio siempre ha condicionado el arte y con las plataformas digitales no ha sido distinto. Muchos argumentan que TikTok y Spotify son una ventana al mundo que ha dado más oportunidades a los artistas. Y, en parte, eso es cierto. La aplicación china tiene casi 2.000 millones de usuarios en todo el mundo, muchos de los cuales descubren nueva música a través de su feed. La sueca, por su parte, acumula 626 millones de usuarios cada mes, un 31% del mercado del streaming musical, lo que supone más del doble que sus rivales. Sin embargo, ambas han impuesto una lógica algorítmica que está alterando, para bien o para mal, la composición musical y los hábitos de los oyentes.
Cambios en la música
Estos son los principales cambios en la composición musical:
Producción en masa
El capitalismo de plataformas ha acelerado la producción de contenido. La constante batalla por la atención aboca a los artistas a producir canciones en masa. «Vivimos en un contexto de música industrializada que casi te obliga a crear más canciones sin que nazcan como algo puro», me explica BOYE, alter ego del actor y cantante David Menéndez.
Esa realidad frenética puede llevar a tratar el arte desde una óptica mercantilista. «La demanda de que todo sea rápido, fácil y barato te obliga a correr y la sensación de velocidad constante y de que todo dura poco puede llevar a que las cosas pierdan sentido», añade Pedro Campos, artista, compositor y productor musical ganador de un Grammy Latino por el álbum Calambre (2020), que creó junto a Nathy Peluso.
Canciones cada vez más cortas
En Spotify, los artistas solo cobran si sus canciones se escuchan más de 30 segundos, un modelo que hace que sean cada vez más cortas. ¿Para qué componer temas de cinco minutos si les pagan igual que por uno que dure la mitad? Nunca había habido un incentivo financiero tan fuerte para que la música sea breve. Eso no significa que sean peores, pero sí que se crea pensando en la eficiencia económica. Una simplificación que se está acelerando con TikTok, donde capturar la atención es aún más complicado.
Hay ejemplos para aborrecer. La mitad de los hits de Spotify en 2023 está por debajo de los tres minutos de duración, al igual que uno de cada cinco nominados a los Grammy de este año. Las canciones de Taylor Swift han pasado de durar 4:47 minutos de media con el álbum Speak Now (2010) a 3:32 minutos con Midnights (2022); las de Rosalía, de 3:99 minutos con Los Ángeles (2017) a 2:48 minutos con Motomami (2022). Los temas que encabezan las listas de éxitos en 2024 duran una media de 2 minutos y 54 segundos, el año más breve desde 1966, según un análisis de The Sunday Times.
Refritos para la viralidad
En la búsqueda por diseñar canciones virales, una tendencia a la que recurre cada vez más la industria es a hacer samples1 de éxitos de otras décadas, así la audiencia escucha algo nuevo pero al mismo tiempo ya conoce la canción. «Eso hace que muchos artistas pop suenen parecidos y que encontrar algo que suene diferente sea raro», apunta Campos. BOYE asegura que se puede recurrir a ese enganche «sin que te prive de tu creatividad para proponer al oyente entrar en tu universo particular». Como nos ha adelantado en primicia, el próximo 24 de diciembre estrenará una versión de un tema de Rocío Jurado.
Estribillo al principio
El modelo de pago que ofrece Spotify también incentiva otra alteración de la composición musical. Así, para aumentar sus opciones de cobrar, muchos artistas colocan el estribillo al principio del tema como un gancho pegadizo, mientras se relega la introducción de la estructura clásica. Es lo que en inglés se conoce como don’t bore us, get to the chorus («No nos aburras, que llegue el estribillo»).
Adiós al puente
Musicólogos como Rodney Alejandro, responsable del Departamento de Composición Musical del Berklee College of Music, señalan que, a lo largo de la última década, el puente, el segundo verso y el middle eight han casi desaparecido. Así lo explicaba:
«Es centrarse solo en la parte divertida de la canción, y eso se está convirtiéndo en la fórmula [...] Las canciones son cada vez más ligeras y accesibles».
Problemas para los artistas
Esos cambios han permitido el florecimiento de nuevos artistas, pero también han generado algunos problemas.
El principal es la precarización musical. No son pocos los artistas que han denunciado las condiciones económicas que se esconden tras el ecosistema digital. Spotify es la plataforma de streaming más popular del mundo, pero también es de las que peor paga, entre 0,003 y 0,005 dólares por reproducción. Así, recompensa a los que logran mayor popularidad.
«Es imposible vivir de Spotify a no ser que seas Beyoncé», me comentaba el otro día Selma Bruna, cantante y miembro del trío Marala, ganadoras del Premi Enderrock al mejor álbum de 2023. «Estamos vendiendo nuestra música a un precio de mierda, pero sientes que a nivel mainstream no hay otra opción si quieres llegar a la gente».
TikTok no paga a los artistas por reproducciones, sino en base a los acuerdos que cierra con las discográficas para acceder a su catálogo. Eso hace que, dentro de la app, mayor viralidad no equivalga a mayores ingresos. En 2023 hubo tantas canciones virales en TikTok que pocas fueron un éxito para los artistas fuera de la plataforma. Según Goldman Sachs, la compañía paga menos a la industria musical que la empresa de máquinas de ejercicio Peloton a pesar de tener muchísimos menos usuarios de pago, unos tres millones.
Otro problema es el hartazgo promocional. Grandes artistas como Adele, Florence Welch o FKA Twigs han denunciado a lo largo de los últimos años que sus discográficas tratan de obligarlas a crear contenido en TikTok para alcanzar mayores audiencias. Halsey también está indignada:
«Tengo una canción que me encanta y que quiero lanzar cuanto antes, pero mi discográfica no me deja. Llevo ocho años en esta industria y he vendido más de 165 millones de discos. Y mi discográfica me dice que no puedo lanzarla a menos que puedan fingir un momento viral en TikTok. Todo es marketing».
A merced del algoritmo
Todo eso deja a los artistas a merced del algoritmo. A Rosalía, la estrategia de lanzar un teaser de Hentai en TikTok le funcionó a las mil maravillas. Sin embargo, cada vez más compositores denuncian otra experiencia: sus canciones se testean en la plataforma y, si no logran ser lo suficientemente virales como para que los sellos quieran publicarlas, quedan heridas de muerte. Aun así, el algoritmo no siempre es un buen indicador de si una canción es o no un éxito.
Antes, las canciones se pitcheaban a un artista y si este no la quería se llamaba otra puerta. Sin embargo, en la era de TikTok los temas se prueban en público, una exposición que dificulta ese proceso, pues nadie quiere los restos y parecer poco auténtico ante sus fans. Eso se traduce en menos ingresos para los compositores.
Ryan Tedder, frontman de OneRepublic y autor de hits de Taylor Swift o Beyoncé, explicaba a Rolling Stone:
«Soy propietario de una compañía discográfica y, como tal, me beneficia que mis artistas prueben la música y nos demos cuenta de lo que funciona y lo que no. Sin embargo, es un sistema que no funciona porque perjudica casi unilateralmente a los compositores».
Cambios en nuestros hábitos
Spotify y TikTok también están contribuyendo a cambiar nuestra relación con la música.
Spotify nos abre la puerta a una biblioteca musical ingente, que clasifica en 6.291 microgéneros. Aunque acceder a ellos es más fácil que nunca, eso no garantiza que suceda. Descubrir música nueva requiere de una actitud activa. Sin embargo, ante tanto contenido a su alcance, muchos usuarios se ven abrumados y no saben por dónde empezar. Como cuando entras en Netflix, te tiras 20 minutos dando tumbos y acabas por no ver nada. Así lo resume Kyle Chayka, periodista de The New Yorker, en Mundofiltro: cómo los algoritmos han aplanado la cultura:
«No creo que sea demasiado afirmar que esta interfaz algorítmica está destrozando absolutamente nuestra relación con la cultura y convirtiéndonos en consumidores pasivos que no prestan atención real a nada».
Spotify no quiere que te canses, así que para evitarlo y retenerte el mayor tiempo posible genera listas de reproducción basadas en los gustos de cada usuario. Mediante IA, la plataforma personaliza esas listas para que incluyan las canciones que más escucha u otras que se le parecen, una automatización por diseño que dificulta salir de la zona de confort, aislándonos en islas algorítmicas. Al menos un 30% de las reproducciones en Spotify son recomendadas a través de ese sistema, según un informe de Distribution Strategy Group de 2022. La plataforma se ha convertido en un curador de contenido, hiriendo por el camino a referentes de la era analógica como la mítica revista Pitchfork. Como ha apuntado la periodista Tiffany Ng:
«Lo que hemos ganado en comodidad, lo hemos perdido en curiosidad».
Rebeldes contra el algoritmo
Spotify y TikTok están contribuyendo a la inmaterialidad de la cultura, que ya no está en nuestras manos. Por poco más de 10 euros al mes, la plataforma sueca te da acceso a prácticamente todas las canciones de la historia de la humanidad, un atractivo innegable. Sin embargo, y por muy eficiente que sea el streaming, esa nueva realidad está causando nuevos problemas. Así lo resume Daniel Parris, consultor y científico de datos, autor del boletín ‘Stat Significant’.
«Si ves la música como un componente central de tu identidad, ya no tienes nada físico para expresar esta preferencia. Puede que tu banda favorita sean Talking Heads, pero no tienes nada con lo que mostrar esta afinidad más allá de tus listas de reproducción».
Hay quien se rebela ante la dictadura del algoritmo. En Colombia, un investigador ha desarrollado una plataforma que genera contra-recomendaciones a la IA de Spotify para así exponer al usuario a música fuera de su burbuja.
Sin embargo, si hay una tendencia que se consolida es el renacer del vinilo, un formato que irónicamente seduce a jóvenes que nacieron cuando este ya había muerto. En Estados Unidos, principal mercado musical, la venta de vinilos se ha disparado en los últimos cinco años hasta llegar a casi 50 millones de unidades en 2023. El microsurco ya no es una reliquia marginal para escuchar a The Beatles, Queen o Pink Floyd, sino una moda que promueven estrellas actuales como Taylor Swift, Kendrick Lamar o Billie Eilish.
La música en streaming hace años que es la norma. Frente a su hegemonía, los oyentes pueden seguir descargando archivos como en la era Napster o adoptar alternativas como TIDAL que traten mejor a los músicos, como hace Campos. Para los artistas, el reto es mayúsculo, pero me quedo con esta reflexión de BOYE sobre cómo encontrar un equilibrio sano en un mundo cada vez más frenético: «Tener más likes y más escuchas sirve para que te contraten en más festivales. No puedes vivir contra eso, pero tampoco hacerlo solo de eso. Tu carrera no es únicamente la cifra de oyentes que tienes cada mes, también existe en tus letras, en tus bolos, en que a alguien le remueva lo que has hecho».
El semáforo
🟢 Barcelona será una de las «fábricas de IA» de Europa. El Barcelona Supercomputing Center recibirá unos 200 millones de euros para poner la tecnología más vanguardista al servicio de pymes y start-ups, abriendo la puerta a acelerar la creación de riqueza.
🟠 Australia obligará a Meta, Google y TikTok a financiar a los medios de comunicación. El Gobierno establece un nuevo impuesto con el que quiere forzar a las grandes tecnológicas a compensar económicamente a los editores por compartir sus noticias. El sindicato del sector denuncia falta de transparencia de los gigantes mediáticos y pide usar ese dinero para «apoyar al periodismo» y no para «recompensar a los accionistas».
🔴 Empresas pioneras en IA generativa están cerrando acuerdos millonarios con la industria militar. OpenAI, creadora de ChatGPT, venderá su tecnología al ejército de EEUU para desarrollar sistemas antidrones, mientras que su rival, Anthropic, pondrá la suya al servicio de las agencias de defensa e inteligencia.
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En música, un sample es la reutilización de una muestra de sonido para reproducirla o transformarla mediante efectos para una grabación distinta. Si no te ha quedado del todo claro dale un vistazo a este ejemplo.
me ha encantado! muy interesante
¿Nos puedes dar más info sobre la plataforma de "contrarecomendaciones" Colombiana?