Instagram me ha creado la necesidad de ir a Japón antes de que se jubilen decenas de cocineros octogenarios nipones. Y mi pregunta es, ¿está la oficina de turismo japonesa manipulándome emocionalmente para que vaya?
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El mejor plato de arroz con bogavante que me he comido jamás lo hacía una señora portuguesa en Benidorm. El restaurante, acordemente, se llamaba La Portuguesa. Lo cerraron hace unos pocos años porque su marido y ella se jubilaban y los hijos no querían recoger el testigo.
Malditos.
La historia es conocida. Seguro que tienes algún caso similar que te entristece. Ese plato que nunca más volverás a probar en esa forma exacta.
Mi problema primermundista es que ahora me pasa lo mismo, pero con restaurantes en los que jamás he comido porque están en un país que nunca he visitado: Japón. Y la culpa la tiene el algoritmo. ¿O quizá es la Oficina de Turismo nipona?
Esta reflexión viene a mí después de haber frenado el scroll de Instagram y decirme a mí mismo: «¿En qué momento empecé a ser bombardeado con vídeos de Japón?».
Sí, me encanta el cine de Studio Ghibli y Japón es el viaje que siempre he querido hacer cuando mis amigos financien mi luna de miel (para algo os he pagado en todas vuestras bodas, desgraciados). Pero algo he provocado en el algoritmo de Instagram que ahora me atiborra de tres tipos de vídeos de Japón:
Uno, los vídeos cinemáticos de calles idílicas de ciudades como Kyoto (arriba).
Dos, los vídeos de restaurantes regidos por octogenarios cocinando platos típicos japoneses (abajo).
Y tres, este fucking anuncio de un puzzle 3D en movimiento de una residencia nipona con tren subterráneo incluido. Entienden que no tengo dinero suficiente para viajar a Japón y prefieren que me gaste 200 napos en viajar desde la estantería de mi casa1.
Como no me gusta ser manipulado, me he puesto a investigar. Y no, no he encontrado indicios que apunten a una conspiración armada desde la burocracia turística japonesa. Se trata, simple y llanamente, de unos engranajes algorítmicos que están funcionando tal y como deben por la confluencia de varios factores:
La popularidad de los vídeos de recetas. Hay un atractivo especial en ver el proceso de cocinado, en la expectativa de ver el resultado final y en lo gratificante y placentero que resulta ver comida rica.
La irrelevancia del audio. Son vídeos que no requieren sonido, aunque también pueden conquistar con ese poder, sea con el ASMR de cortar verduras y estampar sartenes en el caso de los vídeos de restaurantes o con una música plácida, que en el caso nipón suelen ser bandas sonoras de películas de Hayao Miyazaki.
El éxito de lo visualmente agradable. En TikTok siempre ha triunfado lo cutre, pero Instagram conserva tendencias milenial por las que lo estéticamente potente, lo cinematográfico, destaca por encima de la media.
La explotación del algoritmo con los ‘rincones desconocidos’. Recuerdo a unos chavales de mi Alcoy natal que grabaron un vídeo de la cascada del Molinar, un clásico de la zona, con el título: «Un rincón de Bali en España» (abajo). El vídeo tenía el contraste y la saturación disparados, pero esa tendencia sigue triunfando. La gente quiere conocer (y transportarse a) lugares escondidos. Y los vídeos de Japón, con sus pueblos y restaurantes aparentemente poco frecuentados, tienen ese filón.
Y el boom japonés. No es cosa exclusiva mía. El fervor viajero pospandemia, el precio bajo del yen y la proliferación de contenido sobre Japón han cimentado al país asiático como destino turístico estrella.
Conocidas esas tendencias, el fenómeno que se ha producido después es el previsible: los usuarios se han subido al carro y han empezado a producir ese tipo de contenido a gran escala. Por eso llega a mi feed en cantidades industriales desde montones de cuentas diferentes.
¡Pero es una moda! Y las modas pasarán. La cuestión es si sabremos ver la siguiente e impedir que me manipulen para comprar un puzzle 3D de 200 euros.
Solo espero que, cuando por fin llegue a Japón, los turistas no hayan aborrecido ya a los cocineros octogenarios a los que tanto cariño les he cogido. ¡Esperadme!
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Recomendaciones en el chat
Me he reído
Contexto del meme: esta imagen viene de un webcomic en el que dos trabajadores de una fábrica de triángulos reaccionan de manera diferente a un círculo que aparece por sorpresa en la cadena de montaje. Se convirtió en meme cuando otros usuarios comenzaron a usar la frase «Entiendo que ahora hacemos círculos» con otras variantes.
En cuanto a la versión que comparto arriba, y por joder el chiste, se burla de General Electric, un conglomerado estadounidense que en los años 60, además de electrodomésticos, empezó a producir una ametralladora multicañón como la que se ve en la imagen.
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Lo peor es que terminaré cayendo pese a que nunca hago puzzles, pero es que se han gastado tanto dinero en hacerme publicidad que ya me sabe hasta mal.
Liiit que este artículo me representa jajaja
❤ me sigue gustando!!! Muy interesante, no había pensado en ello.....Japón, viaje soñado!!