Mar nos pasó un TikTok de un chico que giraba un palo de artes marciales mientras hablaba de fabricar órganos. El tipo de contenido por el que me levanto de la cama.
🚀 Esto es WATIF. El resto es historia.
Miguel Grande, @bio_ing en Instagram/TikTok, sujeta un pequeño corazón de plástico impreso en 3D. «Estoy seguro de que la ingeniería de tejidos es el futuro», me cuenta este entusiasta graduado en ingeniería biomédica, que ha conseguido con una campaña de crowdfunding los 50.000 euros que necesita para continuar su formación en el prestigioso Imperial College de Londres. A través de las redes, ha convencido a mucha gente de ayudarle, porque quiere irse, pero también volver y «traer estos conocimientos y avances a España».
Antes de marcharse, Miguel ha trabajado en el IMDEA Materiales de Getafe creando, a partir de células reales de bebé, trozos de piel sintética. Ese tejido bioartificial lo usan para pruebas de laboratorio, pero otros similares ya se implantan en personas. Dar el salto de los tejidos, «donde todavía estamos aterrizando», a los órganos sería encontrar el santo grial. Para algunos, es una revolución que ya se vislumbra, pero otros no la ven tan cerca.
Doctores e investigadores me han dicho de todo:
«Tendremos [órganos bioartificiales] en 10-15 años».
«Hace 15 años dije que en 15; ahora empiezo a dudar de si algún día».
Los investigadores señalan la impresora 3D como la herramienta que nos permitirá algún día fabricar órganos para quien necesite un trasplante. A nivel mundial, solo un 5 por ciento de los que lo esperan lo reciben cada año: faltan donantes y sistemas eficientes. En España, referencia mundial en donación, estamos mucho mejor. Sin embargo, si se cumplen los mejores pronósticos, un órgano bioimpreso reduciría drásticamente la posibilidad de rechazo y la necesidad de tomar inmunosupresores. Vamos, que la esperanza de vida se alargaría significativamente.
Pero… no tan rápido. Vamos a intentar ver el camino que pretende recorrer la ingeniería de tejidos, el campo que estudia todo esto, para llegar a la fabricación de órganos.
Recordamos del colegio: las células constituyen tejidos, que a su vez constituyen órganos. Por tanto: primer paso, células. Extraer células de un paciente y alimentarlas para que se multipliquen es algo que la ciencia tiene controlado desde hace mucho.
Segundo paso, tejidos. Se podría decir que este es el paso que estamos dando ahora. Centros de todo el mundo fabrican con éxito tejidos como la piel, el menisco e incluso parches cardíacos. En España, la pionera es UGRSKIN, la piel desarrollada por la Universidad de Granada con la que se ha tratado a más de una decena de pacientes. Miguel Alaminos, uno de sus creadores, explicaba en rueda de prensa cómo se hace. Primero, extraen células de la piel del paciente. Después, las colocan en una red de biomateriales que actúa como andamiaje. Y por último, usan biomoléculas como alimento para favorecer el crecimiento ordenado de esas células. Una vez terminados, los parches se trasplantan al paciente. «Al ser piel artificial de células propias», comentaba Alaminos, «el paciente las integra rápidamente».
Algunos tejidos como la UGRSKIN no se fabrican con impresión 3D, pero el salto que ha dado esta tecnología hace que otros sí echen mano de ella. Las impresoras más avanzadas tienen varios cabezales con los que ir depositando varios tipos de biotintas, cada una de un color. Es decir, cada una con un tipo de células diferentes. El Dr. Ramón Cantero, director de la Plataforma de Ingeniería Tisular e Impresión 3D del Hospital La Paz, me explica por teléfono cómo la precisión de estos equipos le permite fabricar estructuras celulares en 3D para investigar tratamientos contra el cáncer. «Es momento, quizás, de abandonar la investigación en ratones», comenta apuntando a otra de las puertas abiertas por la ingeniería de tejidos. Si tenemos tejidos sintéticos con los que hacer pruebas, dejamos de necesitar animales con los que experimentar1.
Subir un nivel más de complejidad —el tercer paso, los órganos— parece pasar necesariamente por las impresoras 3D. Es decir, pasa por, capa tras capa, ir colocando los diferentes tipos de células que forman un órgano completo. ¿Suena fácil? No lo es y los retos se amontonan. Muchas células no sobreviven a la impresión. Y no hablamos de 2 o 3 tipos de células, sino de hasta 20 tipos diferentes según el órgano. Otro problema que se destaca con frecuencia es el de generar vasos sanguíneos en los órganos bioartificiales. Sí, la impresión 3D parece el camino, pero uno muy largo, aunque con brotes verdes que animan la marcha.
Suena a ciencia ficción, pero en el Hospital Universitario de Toulouse lograron trasplantar una nariz bioimpresa. Tras sacarla de la impresora, la conectaron al antebrazo de la paciente (una arteria y dos venas), de manera que la sangre circuló por los huecos estructurales de esa nariz artificial. Las células sanguíneas acabaron generando los vasos necesarios y finalmente la nariz se trasplantó con éxito a la cara de la mujer.
Hay órganos más y menos complejos: no es lo mismo una nariz o una vejiga que un hígado o un corazón. Pero especular con el éxito definitivo de la bioimpresión permite imaginar infinidad de escenarios. ¿Y si lográramos eliminar las listas de espera? ¿Y si pudiéramos trasplantarnos órganos más jóvenes? ¿O mejores? ¿Y si solo tuviese acceso quien tenga mucha pasta?
Las posibilidades son enormes, así como los retos por superar y la incertidumbre por el tiempo que costará resolverlos. La ingeniería de tejidos, desde donde nacen estas posibilidades, tiene un potencial incalculable, al tiempo que la consciencia de que hay que ir paso a paso. Una rama desde la que avanzar en Salud, pero también en cosmética e incluso alimentación. Miguel, optimista por naturaleza, vuelve a sujetar su corazoncito impreso y advierte, quizás hasta lo siente: «Esto va a pegar un boom».
El semáforo
🟢 El pensamiento humano no depende necesariamente del lenguaje. Esta es la conclusión de la neurocientífica Evelina Fedorenko cuyo artículo publicado en Nature contradice las tesis tradicionales de, entre otros, Noam Chomsky. Fedorenko explica cómo personas con afasia (trastorno del lenguaje) pueden realizar muchas tareas cognitivas sin necesidad de hablar o entender el habla. También recalca que la IA, por su capacidad de imitar nuestra generación de lenguaje, nos permitirá profundizar en cómo interactúan nuestras diferentes formas de pensamiento. Fascinante.
🟠 Las grandes tecnológicas apuestan fuerte por la energía nuclear, invirtiendo miles de millones en esta industria. Amazon Google y Microsoft prometieron funcionar con electricidad libre de emisiones para 2030, pero por entonces quizás no eran conscientes de la demanda energética de la IA. ¿A ti te parece limpia la energía nuclear?
🔴 Los guionistas de El Señor de los Anillos: los Anillos de Poder han decidido meterse en el berenjenal de humanizar a los orcos. Ya sé, ya sé… esto es café para cafeteros. Caitlin PenzeyMoog, editora del medio Vox, ha escrito esta pieza analizando los motivos y argumentando por qué es una mala idea. ¡Decidme si esto no va a marcar nuestra vida en los próximos años!
Este jueves 24 de octubre: WATIF live!
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🤝 Hasta la próxima,
Los tejidos sintéticos pueden sustituir a los animales en muchas líneas de investigación; no en todas.
Quizás no esté a la vuelta de la esquina pero sin duda la IA acelerará las cosas.
Por cierto, cada día más cerca d altered carbon