Los Juegos Olímpicos son una mina de momentazos que caben en un tiktok, y cada vez más. ¿Significa algo para el deporte que viene?
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Como freak olímpico desde que tengo uso de razón, con los Juegos de París 2024 me pegué mi tradicional empacho de deporte. Me tragué todo. Del atletismo y la gimnasia al surf y el baloncesto 3x3. De lo de siempre a lo nuevo.
Lo que me lleva a plantearte lo siguiente: ¿no te parece que los deportes olímpicos más novedosos tienen una esencia común? Piensa en el skate, la escalada, el breakdance o el kayak cross: competiciones cortas, de unos pocos minutos, emoción constante, cada gesto es espectacular y definitivo.
¿Y los nuevos deportes de equipo? ¿No destilan algo similar el rugby 7 o el baloncesto 3x3? Deben haber funcionado, porque en Los Ángeles 2028 habrá también flag football (americano) y lacrosse sixes. Todos son versiones simplificadas de los deportes de los que heredan el nombre: menos jugadores y más acción; partidos más cortos; imprevisibilidad y emoción comprimida; canasta 🏀 tras touchdown 🏈 tras ensayo 🏉.
Si ves al Comité Olímpico Internacional (COI) como el faro del deporte, pensarás: «Si esto pasa en los Juegos, entonces el deporte del futuro será así». ¿Pero hasta qué punto? ¿Es una tendencia o el final del camino? Como tengo preguntas, hablo con quien sabe.
Paloma del Río, 14 Juegos en RTVE y voz de la gimnasia y el patinaje, me cuenta el motivo detrás de estos cambios: los jóvenes.
«Los Juegos Olímpicos estaban perdiendo audiencia porque a los jóvenes no les interesaban. Tenían que renovarse. Se han dado cuenta de que el deporte que se estaba haciendo en la calle no formaba parte del programa olímpico».
A pesar de que el núcleo duro no ha cambiado (natación, gimnasia, atletismo), la obsesión del COI es rejuvenecer su público. Por ello, incluyen todas estas novedades. «Y si no funcionan, las quitan», añade del Río.
Cómo consumen los zetas
Los menores de 27 años, los zetas, están menos interesados en el deporte profesional que sus mayores. Aun así, lo consumen, ¿pero cómo? En primer lugar, triunfan las historias personales: importa más el deportista que el deporte. Basta con echar un vistazo a la cantidad de documentales que pueblan las plataformas de streaming (Carolina Marín, Simone Biles, Messi). A esto hay que sumar los docus que las propias estrellas se autopublican en YouTube o el contenido que suben a redes sociales. Saben cuánto importa ahora su narrativa y por eso la construyen ellos mismos.
Otro aspecto que ya condiciona el futuro deportivo es la interactividad. Resulta lógico que la generación zeta, llena de gamers, valore más que sus mayores participar en el juego. Muchos necesitan ese plus para aficionarse a los deportes. Y no pienses en grandes innovaciones. Las ligas fantasy o las apuestas online, que ya llevan mucho tiempo entre nosotros, se encargan de cubrir esa demanda.
Por último, «lo que es más sorprendente es hasta qué punto los vídeos cortos están sustituyendo a los directos de televisión», explica un informe de la consultora Oliver Wyman. Ver recopilatorios de momentos estelares o resúmenes de tres minutos es suficiente para muchos. Se compite por esas franjas estrechas de atención, lo que empuja a los deportes a priorizar formatos que generen ese tiktok o story genial. Los aficionados más tradicionales temen esa deriva hacia lo corto e intenso. No quieren que las competiciones se diseñen solo para producir grandes momentos, dejando desatendidos a quienes disfrutan de un partido o de una carrera completa.
Vale, está claro que a los zetas, nativos digitales, les van los formatos breves. Pero no conviene engañarse: estos nuevos hábitos también han penetrado en todas las generaciones. Y esa nueva forma de consumir dibuja una tendencia.
Pepe Rodríguez, director del podcast PepeDiario y periodista del Diario AS, reconoce al COI «bien posicionado para coger esta ola». Sin embargo, advierte que partía con ventaja: «Los grandes puntos de interés olímpico son fugaces por tradición (los 100 metros, la natación, la gimnasia)». Casi todo lo que incluyen se adapta a esa idiosincrasia del «impacto constante», a esa experiencia de saltar de un deporte a otro cada diez minutos porque «no necesitas contexto para entenderlo».
El alcance de esta tendencia
Pero los Juegos no lo son todo. ¿Hasta dónde alcanza la corriente tiktokizadora del deporte? Las competiciones que dominan el mercado mundial desde hace décadas tienen retransmisiones de dos horas o más. Fútbol, tenis, baloncesto o Fórmula 1 consiguen que sus aficionados se interesen por toda la temporada, paguen por sus emisiones o llenen estadios de 10.000 personas en ciudades pequeñas. Llevamos más de un siglo consumiendo deporte de una manera. ¿Pueden los formatos emocionantes y fugaces generar 10 meses de contenido e ingresos? Habría que verlo. Aun así, las tendencias influyen en los deportes hegemónicos, que tratan de adaptarse poco a poco.
Por ejemplo, la NBA. Siempre dispuestos a innovar, acumulan años de una lenta pérdida de audiencia. Pero, contra toda intuición, han firmado el mayor contrato televisivo de su historia. Han sabido moverse. Llevan años de una estrategia en las que las narrativas personales de los jugadores (¿será MVP Jokic o Doncic? ¿Qué pasará en el draft1?) han ganado peso, junto con una larga tradición de contenido picado (vídeos cortos, highlights) que ahora funciona muy bien en redes. Nadie quiere quedarse fuera de semejante cantidad de contenido, y de ahí la lluvia de millones.
Quizás estás pensando en otros deportes que han crecido y que no responden a la tendencia de la que te hablo. Ultramaratones de montaña o triatlones de 10 horas, por ejemplo. Rodríguez me cuenta que, si tu objetivo es «apelar a un nicho, hay hueco para lo contracultural». Pero no te puedes escapar si quieres que tu disciplina sea masiva.
A pesar de esto, Rodríguez añade que «todo va más lento de lo que parece», aunque «la evolución es obvia hacia formatos simplificados, más impactantes y más directos». A esto le añadimos la interactividad y la conexión personal propia del mundo digital, y vemos con ejemplos por qué se habla de una tendencia:
Si aspiran a ser masivos, los deportes nuevos nacen con este ADN. Pensemos en los de más éxito: los esports con sus partidas frenéticas; la UFC de Topuria y compañía con el circo de personajes y narrativas de rivalidad que montan alrededor de sus combates de no más de media hora.
Muchos deportes tradicionales innovan en esa dirección: el supertiebreak del tenis para acortar partidos, más carreras de relevos cortos o empinadísimas cuestas concentradas al final de etapas ciclistas para conseguir un espectacular vídeo de los corredores retorciéndose.
Los Juegos han sabido ver todo esto, pero son un animal propio, con el principal objetivo de hacer un evento muy lucrativo de 16 días cada cuatro años. El COI no busca liderar el deporte global, opina del Río, simplemente busca rentabilizar «su gallina de los huevos de oro». Es improbable que el flag football supere algún día al fútbol americano, pero es marketing en un formato olímpico.
Un formato que dibuja una tendencia en la que vienen montados los nuevos deportes que aspiran a conquistar los grandes mercados. Mientras tanto, el resto piensa en cómo surfear esta ola para que no les ahogue; en la tele o en el timeline.
El semáforo
🟢 Durante el combate de boxeo entre Jake Paul y Mike Tyson (Netflix), Bluesky fue esa plaza pública buenrollera donde comentar la jugada. Vamos, lo que un día fue Twitter. No sabemos si durará, pero mientras tanto ¡a disfrutarlo!
🟠 En España la oferta universitaria privada le ha comido terreno a la pública. En Un tema Al día, Juanlu Sánchez y Daniel Sánchez Caballero reflexionan sobre las causas y consecuencias de esta tendencia: desde el networking a la gentrificación. Interesante y pertinente.
🔴 La Cumbre del Clima COP29 se cerró con un acuerdo de 300.000 millones anuales a partir de 2035 para apoyar a países en desarrollo. ¿Para qué? Para combatir las consecuencias climáticas o prosperar de manera sostenible. ¿Qué dicen las naciones más pobres? Les parece insuficiente; piden 1,3 billones. ¿Lo peor? En esta COP, hacer referencia escrita en los acuerdos a los «combustibles fósiles» se ha convertido en tabú.
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El draft de la NBA es un evento anual donde los equipos seleccionan a los nuevos jugadores, generalmente jóvenes promesas.
Yo, si me lo permitís, voy a aportar un contraargumento a la «profecía autocumplida» que señala Juan. Creo que los datos de audiencia son los que son. Por mucho que se hayan fragmentado el mercado y los formatos de consumo, es una evidencia que los jóvenes están más en el formato corto. Y de hecho, si acaso, los medios y las marcas llegan bastante tarde a esa transformación del mercado. Los que estaban antes son, precisamente, los jóvenes que durante tantos años han sustentado la creación en esas plataformas. Pienso en los milenials que levantaron YouTube o Vine o los zetas que han hecho que TikTok reviente. Si están ahí, es porque los creadores que les gustan (y con los que se identifican) están ahí. Si marcas, medios o deportes quieren competir ahí, siempre van a tener que distinguirse lo mejor que puedan, y ahí lo corto, fugaz y emocionante tendrá más y mejor hueco. Así que no creo que sea una profecía autocumplida, creo que es una cantidad inmensa de jugadores que se están atropellando por llegar a un mercado que todavía no conocen/dominan del todo.
Es un tema que da para mucho análisis. Voy con algunos disparadores.
Yo en lo personal no compro la idea de la necesidad del contenido fragmentado, exprés y de constante emoción como respuesta a la forma de consumo de una generación. Primero, pongo en duda la existencia del concepto de una generación como un todo. No me imagino un fenómeno mundial donde todos los jóvenes sin importar cultura previa ni nivel económico se comporten del mismo modo. Creo que es una generalización desde el marketing y el análisis económico que le falta sustento social. Segundo, porque genera una profecía autocumplida: los jóvenes solo consumen contenido corto, generamos solo contenido corto, entonces los jóvenes solo consumen contenido corto (porque no hay otra oferta).
Por otro lado, creo que el deporte es bastante inseparable de las posibilidades de practicarlo. Y ahí entra también la reducción de los espacios verdes y los espacios públicos. Como va a haber chicos y chicas jugando, por ejemplo, partidos de básquet como hace 30 años si hay menos mts2 por habitante que hace 30 años para que puedan tener una cancha y jugar libremente?
Y, por último, el tema de la pérdida de audiencia es inseparable del aumento de la oferta y accesibilidad a distintas opciones. En ese sentido, es un problema de los deportes y necesitan reinventarse? O es un problema de las grandes corporaciones y sponsors que apuestan a la concentración y crecimiento constante de consumidores, en una economía que busca la segmentación casi que total?
Y así se podría seguir abriendo temas y debates.